martes, 5 de mayo de 2009

The silent Of Chaos: Umbra Æterna

I
Arín miraba al cielo pensativa, recordaba y trataba de asimilar las cosas que él le había dicho. Las nubes pasan frente a sus ojos en un día soleado. Su rostro como de costumbre no mostraba muchas emociones, estaba absorta en sus pensamientos y mientras, Milo aspiraba un cigarrillo y con el humo gris, contaminado de sus preocupaciones, aspiraba una idea.
-¡No lo entiendes!- Arín recordaba las palabras de Milo
-¡No lo entiendes, No lo entiendes! Ni… Ni siquiera lo entiendo yo
-¡No! Te equivocas, nunca fue así, nunca lo pensé de esa forma-
-Déjame, Necesito fumar. Por hoy… Por hoy déjame hacerlo, por hoy fuma conmigo-
-Lo sabía, siempre lo supe… Sabía que sabías fumar-
-No, No estoy enojado… No contigo, a pesar de que no entiendas-
-lo sé-
-No es cierto-
-Puedo hacerlo-
-Adiós… Pe Pe Pe… Perdón, tengo que irme, Perdón-
. . .
“No lo entiende” Piensa Milo dejando de imaginar por un momento y abriéndole ahora espacio al recuerdo:
-No, No lo entiendo… Permíteme entender- Recordaba Milo las palabras de Arín
-Siempre es igual, Te quiero entender… Déjame entender-
-Solo me ves como una niña, Para ti no soy más que un estorbo-
-Es cierto, no te entiendo… ¿Qué haces? Sabes que no me gusta verte fumando-
-Hace mucho no probaba un cigarro, no extrañaba esto pero… no se… ¿El qué?-
- ¿Estás enojado conmigo?-
-Es tu culpa-
-Te quiero-
-No puedes decirme que no es cierto-
-Puedes… Por eso te quiero-
Lo último que recordaba es a él, desgraciado e idiota dándole la espalda y emprendiendo el paso mientras escuchaba un murmuro inentendible proveniente de ella.





II
Las llamas se perdían ya a lo lejos y Milo suspiraba más repetida y más profundamente que de costumbre. Como siempre tras terminar un trabajo los dos caminaban sin rumbo toda la noche, hablando de todo, de cualquier cosa. Pero esta distinto a las anteriores, algo en el aire había cambiado. Arín miraba hacia el frente mientras que su acompañante miraba incesante al firmamento y de vez en cuando bajaba sus ojos y los fijaba en ella.
-¿Qué tienes?- Finalmente preguntó Arín
-No lo sé… Pienso- Respondió Milo
-¿En qué?-
-En si debo hacerlo-
-¿Te refieres al trabajo?-
-No… No creo que lo entenderías-
-Nunca te había visto así, pareces en extremo afligido-
-No es eso, es que… No se Arín… No lo entiendes-
-Explícame-
-No lo entiendes- Milo estaba realmente demasiado ensimismado ahora para atender a lo que Arín le decía
-Siempre es igual… Te quiero entender-
-¡No lo entiendes, no lo entiendes!... Ni siquiera lo entiendo yo-
-¿Lo ves?... Solo me consideras una niña, para ti no soy más que un estorbo-
-¡No!- Se apuró en excusarse ante lo que ella acababa de decir –Te equivocas, nunca ha sido así, enserio, nunca he pensado de esa forma… ¿ves? No lo entiendes-
-Es cierto, no lo entiendo-
En ese momento Milo se llevó un cigarro a los labios y mientras lo encendía Arín le reclamo:
-¿Qué haces? Sabes que no me gusta ver que fumes-
-Déjame, hoy lo necesito. Por hoy, por hoy déjame fumar- Hizo una pausa y prosiguió –Por hoy déjame fumar, por hoy fuma a mi lado-
Entre tanto, Milo expulsa la primera bocanada de humo y extiende su mano con la cajetilla de cigarrillos en ella hacia Arín, esta lo mira y lo ve absorto en el cielo, se sonríe y asiente con la cabeza. Lleva su mano hasta la pequeña caja y toma entre sus dedos uno de los pequeños tubos blancos y se lo llevo a la boca, Milo acercó su cara a la de ella juntando los extremos de ambos objetos y mientras clavaba su mirada en la de Arín hizo brillar el cigarro propio para encender el otro, ambos inhalan profundamente y al soltar el humo la conversación prosiguió:
-Hace mucho No fumaba- Empezó Arín- No lo extrañaba pero…-
-Lo sabía, Siempre lo supe- Interrumpió Milo
-¿El qué?-
-Sabia que sabías Fumar-
-¿Estás enojado?- Pregunto Arín saliendo del tema -¿Conmigo?-
- No, No contigo- Respondió tranquilo –A pesar de que no entiendas-
- Es tu culpa-
-Lo sé-
-Te quiero-
-No es cierto-
-No puedes decirme que no es verdad-
-Puedo hacerlo-
-…Puedes-Dijo con una leve y jocosa resignación–Es por eso que te quiero-
Milo volvió a suspirar y paró el paso, se ubico frente a Arín y dijo –Adiós- Ella solo se quedó inmóvil mirándolo. La siguiente escena es de Milo besando a Arín y esta sin oponer resistencia a alguna pero sin embargo con los ojos bien abiertos por lo repentino de su acción.
Con la misma rapidez con la que acercó sus labios a los de ella, así los separó tras unos segundos, Su cara ahora temerosa pidió perdón, sus labios ahora casi sin fuerza se volvieron a despedir mientras repetían una súplica de perdón. Se dio media vuelta ya que no podía seguir mirándola y emprendió el paso, entre tanto Arín dijo:
-Idiota, eres tu el que no quieres entender… No tienes que pedirme perdón… Idiota, idiota, idiota-
Milo caminó sin rumbo toda la noche y toda la noche estuvo Arín esperándolo mientras miraba por la ventana.